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Aunque los diversos organismos y estudios no lleguen a un acuerdo a la hora de determinar cuál ha sido exactamente la contribución de la inmigración en el crecimiento económico de nuestro país (para la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, el 50% del crecimiento económico de los últimos 5 años se debe a la inmigración, el Banco de España reduce este porcentaje al 25% y un estudio de La Caixa lo acerca al 100%), en lo que sí existe unanimidad, es en afirmar, que sin los trabajadores extranjeros -que ya representan casi el 10% de la población española- el aumento del PIB habría sido significativamente menor.
Lo que nadie puede discutir es que hace 30 años, España comenzaba su proceso democrático con una fuerte crisis económica y con cerca de 150.000 inmigrantes empadronados, y en la actualidad, nuestra economía crece más del 4% y los inmigrantes casi superan los 4 millones. Evidentemente, la inmigración no ha sido la única causa de esta bonanza económica, pero sí lo es, que ha contribuido de una forma importante a la misma. Como pone de manifiesto el último informe del Banco de España, que señala que los inmigrantes han contribuido de forma notoria al crecimiento de la renta per cápita, y que a corto plazo, la inmigración impulsa el consumo interno y la inversión así como la tasa de empleo y de ahorro.
No faltan las voces que alertan sobre el riesgo que suponen estos nuevos residentes para el sistema de pensiones y de financiación pública, pero para el Banco de España, los inmigrantes no cambian en lo sustancial el problema de envejecimiento a largo plazo, puesto que el peligro de que el sistema entre en déficit entre el 2020 y el 2025 persiste, con o sin sus aportaciones. Sin embargo, lo que si constata este organismo es un impacto negativo de las remesas, al sumarse a los saldos negativos que provocan el déficit exterior. A pesar de esto último, puede decirse que a día de hoy, el balance de la inmigración para la economía española es muy positivo.
Fuente: Hoy inversion |
