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En un momento donde las noticias relativas a inmigración se centran en la problemática de la inmigración ilegal y otros “males” que nos asolan, nos alegra que se publiquen otras noticias como la que hoy nos ocupa: más de 240.000 inmigrantes poseen su propio negocio en España.
Según el estudio elaborado por la Fundación La Caixa, “El Empresario inmigrante en España”, un total de 240.957 inmigrantes han creado una empresa en España, principalmente en los sectores comercio (30%), construcción (16%), actividades inmobiliarias (14%) y hostelería (11%).
Esta iniciativa empresarial surge como respuesta al desempleo, a situaciones de discriminación laboral, a dificultades para el reconocimiento de los estudios y como posibilidad para las mujeres con un nivel educativo más elevado de abandonar el servicio doméstico.
El perfil del inmigrante emprendedor es el de una persona de 41 años (un 52,2% de mujeres frente al 47,8% de hombres) que, tras varios años en España como asalariado, decide montar una empresa propia en el sector en que ejercía como trabajador. En este sentido, chinos y paquistanís (que son dos de las nacionalidades que llevan más años instaladas en España) son también los más emprendedores.
El informe muestra, que los empresarios inmigrantes están revitalizando los barrios comercialmente deprimidos de las grandes ciudades con la creación de negocios propios (el 60% de estos emprendedores reside en Madrid, Catalunya y la Comunidad Valenciana). No obstante, la mayoría de ellos quieren que sus hijos se inserten en el mercado general con ocupaciones cualificadas y de mayor prestigio social, por lo que realizan una destacada apuesta por la educación de sus hijos.
Así mismo, destaca este informe el "impacto creciente, en términos de creación de riqueza y empleo, del empresariado inmigrante"
Para montar sus empresas emplean los ahorros obtenidos durante varios años de asalariado, los avales de conciudadanos y los microcréditos de entidades financieras. En parte, el éxito de estas iniciativas radica en la instalación de pequeños comercios, con ocupación familiar, basado en una financiación a través de "redes de confianza", como la de pagar la mercancía cuando la han vendido o préstamos de compatriotas, y que adaptan el horario de sus negocios a los nuevos hábitos de los consumidores |
